Correr siempre me gustó. En el colegio era quien mas rápido corria. No de mi división, del colegio entero y eso fué antes de ser el mas grande. Alguna medalla escolar gané pero luego nada.
Anduve muchisimo en bici y mas tarde encontré un estado increible de paz nadando. Luego tuve un problemita que me impidío seguir -me casé- y parece que no lo entendí del todo, porque de a poco fuí largando hasta que al final puse la tele. My fault.
El año pasado tuve un incentivo inesperado. Mi cuñada, quien yo entendía que estaba en las antípodas del deporte, se lanzó a correr. Jamás pensé que me llegara tan en lo profundo su entusiasmo y su exito! Si, su exito porque corrió y bien. Ganó algo? que importa!!! Corre y es feliz.
Yo quiero ser feliz, pero principalmente quiero encontrar ese estado de paz que uno descubre en el mantra del moviemiento acompasado, infinitamente repetido.
Quise correr el Lunes y fallé...me empezó a doler la rodilla derecha. Pocos segundos después, alguna entraña ubicada por delante del peroné en la pierna izquierda. Hay algún musculo ahi??? si hay algo, duele.
Resumen que salí hoy otra vez -en este caso- equipado. Tuve que ponerme una rodillera de neoprene en la derecha y una pantorrillera de compresion en la izquierda: patético.
Volví sobre mis pasos y tapé el disfraz con un jogging para evitar el escarnio. Audifonos, celular y cara de triatlón.
Calculo que 2km corrí. No de un tirón, no como una grulla alzada, siquiera con glamour. Pero por un instante lo disfruté, ví o sentí algo parecido al placer. Reicidiré mañana o pasado...puede que si o puede que no. Nunca más? No importa.
Hoy corrí. Otra vez.