No, esa no. Arial 12 es mejor, menos presión, camina vió!
Porque me subraya tres palabras de una puta oración...? Tanto hace que no escribo...tanto hace que no me salen las letras correctas.
Finalmente encontré alguna razón para perder un rato en la oficina en busca de la salvación.
Tampoco es que uno llegue al cielo así tan campante, se trata de un escape terrenal para el alboroto mental que me ocupa hace unas cuatro décadas.
La cosa es que me fui a La Rioja como hace unos años, me fui como hace un tiempo a otro encuentro con el viento, el movimiento y las sensaciones. Un pequeño trip en esta clase de química permanente, un lindo patio de juegos en esta materia complicada de rutina.
Pablo (mi hijo de 12) me ayuda en la -poca- determinación que tengo en viajar: “porque no te vas unos días y descansas de nosotros”, me cago Pablo! ¿Cuándo creciste? ¿Cuándo aprendiste a dar consejos hijo? No puedo quererte mas Pablo, el amor infinito solo se compara con orgullo de ser tu padre.
Pude -apenas dos días antes- desatar el nudo rutinario y arriesgar un viaje que asomaba distinto. Somos pocos, tenemos tiempo y el ---- (tengo trabajo, me pierdo y no puedo seguir el hilo). Vuelvo.
Quedo despojado de lazos legales y sanguíneos en la Gral.Paz, bajo mis cosas de un auto que fue mío y siento el peso de los brazos de Juan que resisten la despedida. Resigno que no es todo amor, Juan explota cada momento con juegos, cariño, contacto, afecto y más juegos. Salta sobre mí en cada beso y por momentos la pequeña despedida se me hace dura. Juan es un extraño, Juan es todo y nada al mismo tiempo. Es un abismo que puede perder a cualquiera dentro de su corazón, te escribe o te borra. Me parece que me lleva escrito ahí, espero merecerlo, me esfuerzo. Te tengo en el mío.
Asoma la puerta de la combi la gente de MDQ y SC, se respira una sensación conocida, impregnada de aventura y diversión. Empieza el viaje ahí mismo. Al pie mismo del trailer, entre risas y caras de desconcierto (por la cantidad de cosas) comprendo que todo será diferente.
El viaje empezó todo lo mal que cabe esperar de una demora de dos horas en la Parlamericano... Perdón pero es la canción es pegadiza como la morocha de la of.103. Apenas después de retomar la carretera necesitamos parar y recuperar fuerzas. El viaje se hace eterno, desesperante e incómodo. No siento nada dentro de mi. Surgen respuestas a preguntas que no existen.
Finalmente amanece y algunas ideas se esfuman, las montañas están ahí, el desierto nos espera, la combi-burbuja explota y por fin bajamos. Espío dentro mío, nada. Otra vez.
Armamos exasperados, los buggies en pos de obtener algo de satisfacción. El viento es fuerte, como cabía esperar y tengo miedo. Armo mi kite de confianza para no tener sorpresas y salgo a rodar. El atisbo de temor se convierte en pánico contenido, imposible de exteriorizar entre amigos con la adrenalina al borde del colapso.
La velocidad es difícil de digerir, el sonido gutural del viento en las líneas me amenazan destrozar. Un error -por pequeño que sea- puede hacer que el miedo desaparezca y se transforme en realidad. Ahora es oficial, no entiendo que hago acá, a 1200km de casa, sufriendo agustiado, las palpitaciones que advierten el peligro inminente pero extrañamente voluntario. Busco respuestas pero no están. Todavía.
Llega el momento de volver al hotel y sigo pensando que cometí un error. No será el primero de mi vida, justifico. No quiero que sea el último dejando mis huesos desparramados por un desierto perdido del país. Porqué lo hice? Cómo es que viajé tanto para arriesgar tanto. No puedo hacer a un lado que tengo el kite mas grande del encuentro, soy el mas liviano y el que tiene el buggie mas chico. Me cuestiono que es lo que busco, enfrento contradecirme. Cómo sigo?
Pasa la cena, las primeras charlas y las impresiones del primer día. Se da la vuelta al perro y la mañana sucede a la noche de Aimogasta, donde el silencio es un túnel siniestro en que habitan pensamientos fugaces, desesperados o heroicos. Por sobre los mismos, un trueno recuerda la realidad dura de la amistad. Rodrigo empieza a roncar.
El sol alumbra mas en La Rioja, es una frase acuñada con cierto atisbo de realidad por un amigo sagaz e implacable, rubio como pocos, blanco por momentos, rojo luego. Desayuno y voy a la piscina (antes le decíamos pileta...), ya pertenecen a la misma los hijos de Nacho, ya esta Lorena buscando paz y sol. Germán mediaba la escena en silencio. Está Mariale.
Tal vez encuentre con el tiempo el significado de los dias que sucedieron a este momento, pero todavía no ocurre. Entiendo que fui llevado al desierto en un par de ocasiones mas y recuerdo haberme subido al buggie en algunos momentos. Tuve miedo pero ya se sentía distinto, ajeno, reducido a la burocracia del viento.
Volví con una alegría incalculable, nueva y renovada. Claro que no alcanzo a entender si tiene algún significado el mundo es si mismo, la vida terrenal, las flotas de camiones o la maquina de Dios.
Solo sé, que quise decir adiós y no pude.
Mariano